Succubus
Con una rosa bañada en sangre escribo en cartas sobre tu cuerpo.
Fuego lento y calcinante que arde en tu carne y despliega tu aliento blanco. Saboreo tu piel rosa, que destila hielo envuelto en fuego, que quema mis labios, me hace cenizas.
Miro tus ojos que entregan mi alma al infierno de tus caricias. La habitación se está quemando, y no puedo respirar.
Succubus que devora mi sangre y enciende la hoguera de mis sentidos, a la vez que destruyes con cada respiro la tentación de matarte. Tierna muerte que libera mis deseos hasta convertirte en mía, dame de tu cuerpo el líquido vital que enciende este lugar, que transforma el infierno en el paraíso de tu cuerpo incandescente.
Tú, que sobre mi cuerpo estas, que mueves tus caderas con el miedo en mis venas y la sangre sobre mi cuerpo, siento tus garras romper mi piel y lamer mis heridas, que se consumen en tu garganta llena de deseo y de pasión, que aterroriza a los hombres que no poseen alma.
Ya casi no puedo sentir mi cuerpo. Me has poseído totalmente, haciendo que no pueda moverme. Tus manos recorren mi cuerpo sin cansancio, arrancándome trozos de piel, que comes con terrible fervor. Me das la muerte a cambio de la inmortalidad, aunque no se si debo amarte u odiarte. Veo tus alas, y me imagino que ya te vas.
Cuando despierto, no encuentro vestigios de ti en mi habitación.
Pero sé que no fue un sueño...
Pues en mi cuello... están las pruebas de tu presencia...
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