Obituario

La noche había comenzado con una suave lluvia que distorsionaba todos los sonidos de la calle. Hace más de media hora que veo desde mi balcón las luces centelleantes de los autos moviéndose entre las calles, dirigiendo la vida de otros hacia destinos que nunca sabré.
Otro sorbo de ese extraño vino. Otro momento alimentado por una falsa soledad. Al fin estoy tranquilo, después de tantos años. Es extraño como la calma, la paz y la absoluta relajación pueden provenir de lo más simple de la vida. Una sonrisa vacía, una mariposa que se esconde de las gotas de lluvia en mi ventana. Nada tiene sentido, pero nada es ilógico tampoco.
Cada momento de nuestra vida son simples colecciones de tiempo, vitrinas llenas de momentos que poco a poco se completan en suspiros, sonrisas y lágrimas. A estas alturas, son cosas que ya pertenecen a otro orden de ideas, como si fueran dominios distantes de una misma vida, con la constante pregunta acerca del tiempo, de lo rápido que pasa, de lo veloz que vemos pasar esos tristes bocetos a través de la ventana del tren. Y sin embargo, ese apego nos acompaña hasta el último día.
Sin importar a donde vayas, el sitio donde iniciaste, los caminos recorridos. Olvida todo eso. Al final, la única pregunta que debes hacerte, es si viviste con plenitud, si valió la pena, si te arrepientes de algo. Y en todo caso nada de eso va a importar. Aquí me tienes, con una copa de vino, cicuta o belladona… Ya no lo recuerdo, buscando la forma de explicarte mis razones para no terminar el viaje. Y es que, ciertamente ya no tengo una razón especial. Haz lo que debas hacer, vive lo que debas vivir, pero procura que siempre termines el viaje con la sonrisa firme del que sabe que cada una de sus acciones, justificadas o no, valieron la pena.
Y lo peor es que, te veo ahí, en el suelo, con esa cara de sorpresa, pensando en que todos tus amigos, y los míos, bebieron de la misma copa, del mismo elixir de la muerte, mientras estabas leyendo esto, y me doy cuenta, de que al final de mis días, y afortunadamente de los tuyos, estoy satisfecho con cada uno de mis amigos. Y es que, no quería compartir un obituario solamente entre mis lectores, sino también entre mis amigos. Y, ¿por qué no? Hacerlos partícipes, protagonistas y primera plana de las noticias de mañana, como una muestra del cariño que les tengo a todos, amigos míos, por celebrar conmigo, mi septuagésimo cumpleaños.


Gabriel Argüello



Comentarios

Entradas populares